“Lo que sé de Vampiros” o un periplo por una Europa de cambios

ALBERTO MORAL - Francisco Casavella presentó el pasado miércoles su última obra en Barcelona: “Lo que sé de Vampiros”, que relata las peripecias de un joven jesuita recién ingresado en la orden justo cuando Carlos III proclama la expulsión de España de todos aquellos pertenecientes a este grupo. Dado que el joven Martín de Vilvalle es un novicio tiene la opción de elegir si quedarse o marcharse de su hogar. Opta por esto último y así comienza un viaje que le llevará por diferentes puntos de una Europa que está en transformación, pues el relato transcurre a finales del siglo XVIII, momento en que la mayoría de sociedades del viejo continente estaban dando el salto del antiguo régimen a la Ilustración.

Sin ser una novela que herede toques de las anteriores obras de Casavella de forma directa, el propio autor afirmó en la presentación del libro que bebe de algunas figuras de sus novelas anteriores, muy especialmente de “Historia de un enano español que se suicidó en Las Vegas” o “El día del Watusi”. Destaca por el hecho de que no hace un retrato de la sociedad actual en la que vivimos, sino que elige lugares tan simbólicos en este periodo de cambio como lo son Roma o París en pleno proceso revolucionario. La intención del la historia es mostrar la dualidad de algunos personajes que en estas ciudades están aprovechando los vientos de cambio para progresar en la vida. A lo largo de sus 565 páginas vagabundea por las cortes europeas, al lado de un ilustrado charlatán. También llegará a introducirse en las sociedades masónicas. Aunque medre, nunca llegará a dejar de ser lo que es, un cierto marginado.

Junto con Casavella, estaba en la presentación el articulista de cultura de La Vanguardia Llatzer Moix, quien resumió con pequeñas pinceladas humorísticas la evolución del autor, que por cierto y gracias a esta obra se ha convertido en uno de los ganadores del Premio Nadal de literatura más jóvenes hasta la fecha. Moix quiso destacar tres características: la literatura, el marco europeo y el propio Casavella. Lo primero porque los escritores voluntariosos de nuestros tiempos, formados en escuelas de literatura, Casavella se diferencia porque “no le queda más remedio que escribir”. Gusta de escribir con grandes toques descriptivos que atraen al lector. En el marco europeo, e histórico, Casavella universaliza su discurso sobre el arte de la labia, y por la lucha de los menos favorecidos contra los grandes poderes. Eligio este marco para demostrar que la época brillante y progresista “tampoco lo era tanto”. Por último, el propio Casavella, “poseído como siempre por la literatura ahora la proyecta a un marco más amplio”, nos ha llevado a ver como evoluciona. Es capaz de caricaturizar a los personajes aunque siempre con amabilidad, sin olvidar el punto de dramatismo para las escenas más crudas. Se confirma como un escritor flexible y que no se amilana ante los desafíos.