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RAJOY VS. ZAPATERO, ZAPATERO VS. RAJOY

RAJOY VS. ZAPATERO, ZAPATERO VS. RAJOY LAURA GONZÁLEZ - Por fin se han celebrado los tan anunciados y esperados debates entre los candidatos de los partidos con representación mayoritaria en nuestro país, José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) y Mariano Rajoy (PP), tras quince años desde el último que se celebró entre Felipe González y José María Aznar. Sin embargo, este acontecimiento televisivo también ha levantado numerosas críticas de otras formaciones políticas, que han manifestado que un debate a dos no tiene sentido, que sólo contribuye a empobrecer la democracia, a fomentar el bipartidismo y que supone un fraude al sistema electoral, ya que, en nuestro país rige un sistema parlamentario y no presidencial, donde elegimos Diputados y Senadores y no candidatos a la Presidencia como ocurre en EEUU, o en Francia, donde el sistema es un sistema semi-presidencial.

Por otro lado, se trata de un formato de debate totalmente preparado, consensuado y muy pactado. Todo ello hace que sea demasiado rígido y acartonado de cara al espectador, restando credibilidad a los candidatos y haciendo que la poca flexibilidad  de la que disponen se convierta en un obstáculo a la hora de parecer convincentes en sus argumentos y propuestas. A pesar de ello, el primer debate fue seguido por más de 13 millones de personas y el segundo por casi 12 millones.

La finalidad de estos debates es doble. Por un lado, los candidatos intentan consolidar el voto de su propio electorado y por otro, intentan atraer el voto de los indecisos. Pero, ¿realmente este último objetivo se consigue? Las encuestas realizadas tras los debates por el Instituto Opina muestran que para la gran mayoría de los espectadores estos “shows” no influyen ni deciden su voto. Y es que estos cara a cara no suelen ser decisivos y tienen complicado invertir las tendencias de voto, sobretodo, cuando apenas quedan cinco días para las elecciones. 

En cuanto al contenido, los debates se encontraban divididos en cinco bloques: política económica, políticas sociales, seguridad y política exterior, política institucional y retos de futuro. En el primero, no hubo un claro vencedor, cada uno gustó y colmó las expectativas de sus respectivos partidos y votantes. Algunos medios de comunicación dieron por ganador a Zapatero aunque precisando que no por KO, sino que fue una victoria por puntos. Rajoy pecó de demagogo en los temas de economía e inmigración y cavó su propia tumba al acusar a su contrincante de haber “agredido a las víctimas” mostrándose en eso y en lo demás coherente con lo dicho por su partido durante los cuatro años de oposición. Empleó un tono más agresivo que Zapatero, el cual se mostró demasiado contenido, cuando podía perfectamente haber tumbado todos los argumentos del líder popular. En lugar de ello, los dos se enzarzaron en dar datos y más datos numéricos y en enseñar gráficas que ocasionaban confusión, ya que cada uno maneja sus números y sus fuentes según su conveniencia y sólo consiguieron confundir y aburrir al espectador. El encuentro brilló por la falta de iniciativas y propuestas y por una despedida ñoña y cursi de Mariano Rajoy en la que se refirió a “una niña que nace en España, en SU España, a la que no le faltara de nada” y un cinematográfico y sorprendente “buenas noches y buena suerte” de Zapatero.

En el segundo debate celebrado ayer, no han aportado nada nuevo, han repetido los mismos argumentos y han vuelto a colar el tema de Irak y el 11-M en la discusión como ya hicieron en el primero. Leyeron menos, se miraron más, utilizaron mejor los gráficos, incluso Zapatero aportó un libro con datos para la moderadora y Rajoy y para el día siguiente colgarlo en internet, intentando dar la mayor transparencia posible. Hubo propuestas por su parte pero le faltó firmeza para defenderlas ante los continuos ataques de Rajoy y sin embargo, se mostró demasiado agresivo con él al interrumpirle incesantemente en su tiempo de exposición, quizá fruto de las críticas surgidas del primer encuentro, donde se echó en falta una actitud más activa por su parte. Lo determinante en mi opinión de este segundo cara a cara fue el momento en que Zapatero se dirigió a los espectadores para anunciar que, ganase quien ganase el 9 de marzo, el partido socialista apoyaría “sin condiciones” (recalcando este punto) al Gobierno en la lucha antiterrorista, a lo cual Rajoy contestó que su partido también le apoyaría siempre y cuando no fuera para negociar con ETA. Creo que ahí se vio claramente la gran diferencia entre ambos. Mariano Rajoy se dedicó a criticar nuevamente la acción del Gobierno durante su mandato, pareciéndose más la situación a un debate sobre el Estado de la Nación que a un espacio abierto a propuestas de cara al futuro para convencer al electorado. Nuevamente, en sus despedidas volvieron a sacar el tema de la “niña”, con un tono menos cursi y la “buena suerte”, con una sonrisa un tanto forzada. Finalmente, cada uno de los partidos enfrentados dio por ganador a su representante, lógicamente, barriendo para casa.

¿Y los sondeos sobre la intención de voto? Parece que por los datos obtenidos de la solicitud del voto por correo, se prevé una gran participación, lo cual beneficia al Partido Socialista, pero las encuestas no han variado mucho en las últimas semanas durante la campaña y los debates. Ambos partidos se encuentran muy igualados, dándosele una leve ventaja al PSOE.

Está todo resuelto. La actuación de cada candidato ha gustado entre sus propios incondicionales y Rajoy no ha conseguido minar el apoyo de votantes del PSOE. Lo único que queda por ver es si esta parte del electorado se dividirá entre otras opciones de la izquierda o votarán a ZP dándole mayoría, si la moda de los debates continuará en próximos acontecimientos electorales y si, democráticamente, se abrirá para todas las formaciones políticas.

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