TIRA Y AFLOJA
IRATI GONZÁLEZ - Parece que, últimamente, la política nacional está inmersa en un gran tira y afloja del que nadie, sea del partido político que sea, se salva. A un par de semanas de las elecciones generales, los grupos se visten de domingo para comenzar la retahíla de promesas que, ellos y los ciudadanos, sabrán que no cumplirán en su totalidad. Megáfonos, mítines, banderas, publicidad… toda la parafernalia electoral se acompaña con críticas, insultos y reproches hacia el contrario en la lucha por llegar a ser el ganador de la carrera hacia el primer puesto político a nivel estatal.
Cascada de sobreinformación electoral no deseada, en la mayoría de las ocasiones, por los ciudadanos, quienes impasibles deben resignarse a que los unos se echen los trastos a los otros sin intentar buscar la solución a problemas como el de la vivienda, el paro, el terrorismo o las ayudas sociales.
Los nervios, las prisas y las ansias de hacerse con el poder parecen dominar las ganas de mejorar la situación actual, en la que más de la mitad de la población no puede hacer frente al pago de la hipoteca, el colegio del niño y las facturas de luz.
No obstante, estas elecciones, y con la vuelta de los socialistas al poder, los dos candidatos nos brindan una gran oportunidad para descubrir los pros y contras de sus programas electorales y de ellos mismos; un debate televisivo. Casi 15 años después del último, en el que Felipe González y José María Aznar se vieron las caras, la gente de a pie se decidirá o se reafirmará por el candidato a votar.
Un extraño secretismo arropa este acontecimiento, y es que tanto Zapatero como Rajoy saben lo que se juegan y la expectación que se va a crear durante dos horas en la televisión nacional. De todas maneras, no es difícil averiguar los temas a tratar; terrorismo, vivienda, inmigración, paro, medio ambiente, infraestructuras… problemas que preocupan y afectan a los ciudadanos de primera mano.
Sólo nos queda desear que el debate sea llevadero, que no se limiten a lanzarse los trastos el uno al otro, a despotricar sobre las iniciativas del contrario, a entrar en un bucle de ineptitud, en el que una buena idea o propuesta es apartada por el mero hecho de haber sido pensada por el opositor.
Que empiece la función.
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